La pulpa también es consumida simplemente como si fuera una apetitosa golosina. Las diferentes partes del Baobab juegan un rol muy importante en la población rural africana, ya que todas sus partes tienen utilidades: con la corteza del tronco hacen canoas, utensilios, techos, cuerdas, etc.
Las hojas, la pulpa del fruto y las semillas presentan múltiples usos alimentarios. Por ejemplo, las hojas, secadas y trituradas (en wolof: lalo), ricas en vitamina C y calcio, se utilizan para ligar el coscous; con la pulpa preparan zumos, una especie de cerveza o cuajan la leche. Los brotes tiernos y las raíces de los ejemplares más jóvenes se comen como si fueran espárragos y las semillas tostadas reemplazan al café.
La variedad de sus indicaciones terapéuticas en medicina es muy amplia y todas las partes del árbol son utilizadas en la práctica.
Las hojas disecadas y molidas serían usadas en infusiones, tisanas (tendrían capacidad febrífuga y antinflamatoria) y pomadas; en forma de cataplasma evitarían la crisis de asma y funcionarían como jarabe para la tos. De las semillas se extrae un aceite para uso alimenticio y cosmético (hidratante, antiinflamatorio y cicatrizante).
La pulpa desde siempre se emplea para resolver todo tipo de trastornos intestinales (diarrea, parásitos, gases, dolores abdominales, mala digestión…), en sustitución de la leche materna, como antimalárico, como reconstituyente y también como emenagogo.
El Baobab, en algunos países africanos, es considerado un árbol sagrado, por ejemplo en Senegal es el árbol nacional y figura estampado en los pasaportes; en Zimbabwe aparece en la moneda del país y en muchos poblados es venerado y se le hacen ofrendas para favorecer las cosechas, la fertilidad y para la buena suerte.